jueves, 1 de octubre de 2015

El Amor

El amor es aquel aroma de una hermosa flor, que sentimos al abrazar a un ser que nos hace actuar de manera diferente al resto de los mortales. Cuando amamos, solemos pensar que todo es perfecto e incluso soportamos grandes problemas que se nos presentan en el transcurso de nuestras vidas. Pero... ¿Qué es el amor? 

Seguimos sin encontrar respuesta a esa pregunta que por miles de años sigue perdurando.


Según platón, el amor es aquello que desconocemos y deseamos conocer. Como por ejemplo, amor al conocimiento de una persona. Y para otras personas, el amor lo es todo. ¿Pero, porque seguimos cuestionando esta pregunta? Es simple: Porque todavía no entendemos el verdadero propósito del amor. 


Una frase de Oscar Wilde me hizo reflexionar. «El misterio del amor es más profundo que el misterio de la muerte».

El amor se puede manifestar de muchas maneras. Amor a nuestros padres, amor a nuestra profesión o trabajo, amor a un animal doméstico, etc. Muchas veces decimos sentir amor, pero muy pocas veces entendemos su verdadero significado.

Es importante comprender que el amor no puede ser convertido en odio. El odio es otro sentimiento independiente causado por una mala experiencia en nuestras vidas. El amor tampoco puede ser ocultado, recuerden cuando eran jóvenes (en el momento en que estaban cerca de la persona que amaban, su cuerpo se manifestaba de formas diferentes) ejemplo: El ojo que brilla al mirar a aquello que amamos, o los nervios de nuestros pies moviéndose rápidamente. Son consecuencias que gracias al amor que sentimos, nos manifestamos de forma inconsciente.

Muchos dirán que no todo es bonito con el amor. Cuando sentimos que alguien nos falla, podemos experimentar otro sentimiento como el odio o el rencor. Pero como dije anteriormente, el amor no es culpable de los actos que podemos cometer. Puedo decir libremente, que el amor posee una gran cualidad y esta es muy importante para poder evitar un mal día de amor. 


Yo llamaría esta cualidad «perdón». El perdón es nuestro escudo frente a toda adversidad. Perdonar una infidelidad. Perdonar errores de nuestros seres queridos. Perdonar a un padre abusador. Perdonar una mala experiencia de vida. Pero también es muy importante perdonarnos a nosotros mismos. 

Es por eso que el amor es el sentimiento más poderoso de todo este maravilloso mundo, pero si no logramos comprender bien su significado, no podremos apreciar su hermosura.
Aquí quiero compartirle una historia que nos hará reflexionar sobre el amor.

Un día como cualquiera, se encontraba volando un pájaro muy hermoso. Tenía un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. Un animal que por su naturaleza, había sido echo para volar libremente por cualquier rincón del cielo. Pero un día una mujer lo vio y se enamoró de él. La mujer se había quedado mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole de prisa y con los ojos brillantes de emoción. El pájaro al ver que la mujer contemplaba su vuelo, la invito a volar junto a él. Los dos viajaron por el cielo con completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: ¡Tal vez quiera conocer unas montañas distantes! Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia de la capacidad de volar del pájaro. 

Se sintió sola y pensó: Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y ¡¡¡fue encerrado en la jaula!!!

Todos los días ella miraba al pájaro. Ahí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: eres una persona que lo tiene todo.

Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Pero un día, el pájaro murió. La mujer se puso muy triste y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba, solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro, era su LIBERTAD, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.

Sin el pájaro, su vida también perdió sentido y la muerte vino a llamar a su puerta.
¿Porque has venido? Le pregunto a la muerte.

La muerte le respondió: Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más, sin embargo, ahora necesitas de mi para poderlo encontrar nuevamente…

Llegando a una conclusión de este artículo. El amor no es posesivo, tampoco exige nada a cambio. (Se ama por que se ama, no porque haya una razón de amar). El amor radica en nosotros mismos y no en otra persona. Si ambos hiciéramos el trabajo de hacer crecer el amor primeramente en nosotros, los otros sentimientos como el odio o el rencor, no tendrían oportunidad de manifestarse. Es por eso que primeramente, para amar a otro ser es necesario aprender a amarnos a nosotros mismos. Aun con defectos, pero el amor todo lo puede y todo lo supera.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

1 Corintios 13:4-7 (NVI)





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